lunes, 12 de diciembre de 2016


                         EL EMBARQUE

Excusado es decir, el ajetreo que hubo, durante todo el santo domingo tanto Middelburgo, como en Arnemuiden, frente al cúal yacían anclados los navíos, para transportar apresuradamente los bagajes a bordo y aprovisionar la flota.

Desde Middelburgo llegaron, por la tarde, el rey y su hermana Doña Leonor, las señoras y señoritas de la corte y todos los nobles y grandes señores que le acompañaban, conforme a lo dispuesto, al ponerse el sol, y no saliendo de sus barcos hasta que estuvieron en España.

Digna de verse era aquella considerable flota, compuesta de unos cuarenta poderosos navíos y de otras enbarcaciones ligeras aguardando delante de Flessinga, -esa pistola apuntada al corazón de Inglaterra, como dicen que dijo un día napoleón Bonaporte, -para largar vela al amanecer.

¡Ah! Iba asimismo a la Nao Real un personaje muy importante para nosotros, aunque cerca de su señor desempeñase humildes menesteres, como estar al cuidado del guardarropa del rey -todos sus buenos trajes, sayos y jubones -y servirle para tener por el manto o la capa, cuando se los ponía o quitaba, como si fuera una percha, por lo que solía llamarse, no sin razón, "indigne servireur domésticque". Aludimos, claro es, a Laurent Vital o Lorenzo Vital, el minucioso cronista de este viaje, que narra con sencillez


                                                   CONTINUARÁ.......

lunes, 5 de diciembre de 2016

Solar hispano que holló con su regia planta el príncipe Carlos, joven entonces de diecisiete años, cuando vino, en virtud de disposición testamentaria de sus abuelos maternos Fernando e Isabel, a ceñir la corona de Castilla y Aragón, con "todas sus pertenecias y adherencias", aun en vida de su madre doña Juana, legítima heredera.
  Tal es el motivo de que se publique este trabajo

                                                     PREPARATIVOS DEL VIAJE 

De tanto esperar a Carlos, con reiteradas promesas de una parte y apremiantes instancias de otra , los castellanos o, mejor dicho ya los españoles, comenzaban a desesperar. Por fin tras vicisitudes sin cuento que sería prolijo referir, Carlos de agustria o de gante, soberano de Flandes, que iba a ser el primer rey de España, consumando definitivamente la unidad nacional- de ahora en adelante no más reyes en Castilla, de Aragón, de Navarra, sino solo reyes de España -aprestábase a realizar a sus países de allende el viaje tan esperado y deseado por unos y  y tan temido por otros, a saber, los partidarios de su hermano el infante Don Fernando, al cabo de año y medio que finara su abuelo materno Don Fernando el católico.